Este es un blog de relatos a la carta, escritos alrededor de palabras y temas que nos proponen nuestros lectores.Vosotros elegís cinco palabras y una temática cada uno, y nosotros escribimos un relato corto con TODAS las palabras, intentado que se oriente también hacia todas las temáticas.


¿Quieres proponernos palabras y temas? Puedes hacerlo en la pestaña de la convocatoria abierta.


¿Tú también quieres escribir con nosotros?Envíanos tu propio relato corto, mediante el formulario del blog.


sábado, 29 de octubre de 2011

Relato nº5 (2); Nebroa


Esposas, soga, saliva, anhelo, clítoris,
 chocolate, sábado, caderas, habitación, tortura,
 calor, rojo, cristal, falso, pegajoso, 
columpio, fuego, inconsciencia, golosina, coqueteo.

-Paramos sólo a poner gasolina, dijo Lucía. Lo bueno de conocerse tanto es que las miradas también hablan. Ella no necesita que yo abra la boca para contarle lo que me gustaría hacerle si se dejase, y eso que el sol estaba en esa hora justa en la que, taladrando el cristal, el parasol no puede ocultarlo y las montañas del horizonte aun no se lo han tragado. No veíamos apenas nada en la carretera, y a mí la verdad es que me daba francamente igual. Llevábamos desde el sábado sin hacerlo. Lucía no es la mujer que acaban de imaginar conduciendo un coche camino a Madrid. Lucía, cuando conduce es una diosa desnuda aunque lleve toda la ropa puesta. Cuando conduzco yo también es una tortura tener que seguir haciéndolo, porque es instantáneo, la inconsciencia se viene a viajar con nosotros justo en el centro de sus caderas cuando a la muy puta le da por meterme la mano entre los muslos en cuanto se sube al coche.
-Compramos algo de chocolate y nos largamos, no pienso entrar al baño contigo. Pero Lucía además miente tan bien como me hace el amor. Sé cuándo huele a falso lo que dice porque cuando termina de hablar nunca cierra del todo los labios y se pasa la lengua despacio por el de abajo dejándole en él el brillo de su saliva. No falla. Así que fui contando los kilómetros para la próxima salida mientras empezábamos a divertirnos.
El vestido rojo terminaba en medio de sus rodillas, acerqué mi mano y acaricié su piel, sólo el calor que le sale de los párpados me excita sobremanera. Me mira sin girar el cuello, me mira de reojo, me mira con tal anhelo que empieza a molestarme el pantalón; me encanta el coqueteo de sus pupilas entre mis piernas. Siempre mira allí, con esa cara de actriz porno que le sale entre las orejas queriendo comerme entero. Y luego me lo susurra, lo dice bajito: quiero comerte, y bien sabe la vida que yo me colgaría en ese mismo momento con una soga al cuello para morir así, metido en su boca. Juega conmigo, sabe cómo jugar conmigo, cuando más pegajoso me estoy poniendo, cuando más prisas me entran, ella más frena. Y se ofrece como la única golosina a la que aspiras cuando más ganas de azúcar tienes; frena y para. Y cuando en la mente tenías su clítoris en la lengua, su collar a modo de columpio golpeando en tu pecho y el mismísimo fuego entre las piernas, ella frena. Frena y te cuenta que cuando volvamos hay que pintar la habitación y cambiar las cortinas y… y encargar un nuevo colchón. Y vuelve a hacerlo, me voy a mi sitio de copiloto en celo y vuelve a mirarme de refilón diciendo con esa voz en silencio: Eh… colchón, te voy a destrozar en el colchón. Y vuelvo a imaginármela desnuda cabalgándome, vuelvo a arrinconarla contra la pared y vuelvo a imaginar que me deja reventarla en el lavabo de la próxima gasolinera. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario