Relato nº 12. Imán-Carmen Gc. Últimos celos.
¡Mírame!, mírame como me mirabas, por favor.
Lo malo es que dará igual si lo haces.
Debería dejarme de monsergas, nunca será cómo me mirabas si lo haces después de
que te lo haya pedido por favor.
Ahora lo importante empezará a ser cuándo y
cuánto se me caerán las tetas, los recuentos de tus linfocitos o las marcas
como de viruela que ha ido dejándonos la convivencia, incluso los problemas de
este país llamado España. Porque tú has empezado a ver por encima de todo mi
bipolaridad, y ha desaparecido tu constancia.
Me importa una mierda el malditismo, no voy a
convertirme voluntariamente en una poetisa triste, me iré antes de que el hueco
que ya has dejado sin irte se coma la poca razón que aún me queda.
Aceptaré un puto criptopolvo -no diré nada,
así sólo yo tendré presente que estoy follándome un muerto, tú puede que estés
ya en otra cama-. A estas alturas, eso tampoco es importante. La doula que
ayudará a nacer nuestras nuevas vidas tiene la oreja –a nadie le hace falta ya
un estetoscopio para oírlas- en el vientre de nuestro fracaso, y esperará
sentada a los pies de la cama con una palangana hasta después de nuestro último
orgasmo simultáneo para sacarlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario