Este es un blog de relatos a la carta, escritos alrededor de palabras y temas que nos proponen nuestros lectores.Vosotros elegís cinco palabras y una temática cada uno, y nosotros escribimos un relato corto con TODAS las palabras, intentado que se oriente también hacia todas las temáticas.


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sábado, 29 de octubre de 2011

Relato nº5 (3); Nebroa

Esposas, soga, saliva, anhelo, clítoris,
 chocolate, sábado, caderas, habitación, tortura,
 calor, rojo, cristal, falso, pegajoso, 

columpio, fuego, inconsciencia, golosina, coqueteo.


Siempre quise tirarme a un desconocido, a mí los desconocidos me han gustado de siempre, me refiero en general, porque como no les ha dado tiempo a joderla, todos son maravillosos. Un día le di la vuelta a las tres tuercas que me quedan y asocié lo de joder con desconocer y encontré un deseo. Los anhelos son así de fáciles de crear. De conseguir también, sólo que a veces nos inventamos tareas imposibles sólo por gandulería.
Escogí a Fernando. Evidentemente no se llamaba Fernando, le puse ese nombre porque me recordaba al camarero del bar de abajo, y aunque también quería tirarme al camarero del bar de abajo,  a éste ya lo conocía. Fernando apareció en el bar del aeropuerto y me miró. Falso, no me miró, repasó con la saliva imaginaria las caderas que se movían dentro de un vestido rojo. Y dio la casualidad de que el vestido rojo era mío. A veces no hace falta más que eso, rodearte el cuerpo con algo ceñido a modo de soga que te aprisiona y simular que vas encadenada a la ropa que te viste. A veces es una tortura, lo admito, pero el juego tiene ese precio. También me resulto ridícula diciendo que mis pulseras pueden ser sus esposas, o que en el pecho tengo una habitación a cuyo balcón se están asomando mis tetas, como te lo digo, pero es que esto, increíblemente, a los tíos les gusta, y a los desconocidos más. Porque no me veo yo diciéndole a mi Pedro en el coqueteo de la siesta del sábado cuando el niño está en casa de la abuela que mi clítoris es su golosina. No. Y sin embargo, cuando antes de ir al baño se lo dije a Fernando, faltó poquísimo para que le saliese fuego de debajo del pantalón. No sé si es el mejor plan, porque luego pasa lo que pasa, que a la mínima actuación de sexo al borde de la lengua, cuando cierras la boca y te pones de pie para agonizar, resulta que se les ha ido todo el calor porque lo haces tan bien, la comes tan bien, la revientas tan bien. Y ahí te quedas, reflejándote en el cristal lleno de huellas, con el rostro pegajoso y con cara de muerta. Los odio. Al final termino odiándolos, cuando terminan antes o cuando tengo la suerte de morirme primero yo. No importa. En ese momento es como si los conociese de mucho tiempo, y paso de la inconsciencia absoluta de ese hombre al más absurdo de los rechazos. Dejo de fingir ser atractiva, morbosa, cálida y sensual y paso a ser una mujer normal que desea volver a casa, volver a Pedro, volver a la abuela y al columpio del barrio a pasear a su niño. A veces no sé si la desconocida soy yo.

Relato nº5 (2); Nebroa


Esposas, soga, saliva, anhelo, clítoris,
 chocolate, sábado, caderas, habitación, tortura,
 calor, rojo, cristal, falso, pegajoso, 
columpio, fuego, inconsciencia, golosina, coqueteo.

-Paramos sólo a poner gasolina, dijo Lucía. Lo bueno de conocerse tanto es que las miradas también hablan. Ella no necesita que yo abra la boca para contarle lo que me gustaría hacerle si se dejase, y eso que el sol estaba en esa hora justa en la que, taladrando el cristal, el parasol no puede ocultarlo y las montañas del horizonte aun no se lo han tragado. No veíamos apenas nada en la carretera, y a mí la verdad es que me daba francamente igual. Llevábamos desde el sábado sin hacerlo. Lucía no es la mujer que acaban de imaginar conduciendo un coche camino a Madrid. Lucía, cuando conduce es una diosa desnuda aunque lleve toda la ropa puesta. Cuando conduzco yo también es una tortura tener que seguir haciéndolo, porque es instantáneo, la inconsciencia se viene a viajar con nosotros justo en el centro de sus caderas cuando a la muy puta le da por meterme la mano entre los muslos en cuanto se sube al coche.
-Compramos algo de chocolate y nos largamos, no pienso entrar al baño contigo. Pero Lucía además miente tan bien como me hace el amor. Sé cuándo huele a falso lo que dice porque cuando termina de hablar nunca cierra del todo los labios y se pasa la lengua despacio por el de abajo dejándole en él el brillo de su saliva. No falla. Así que fui contando los kilómetros para la próxima salida mientras empezábamos a divertirnos.
El vestido rojo terminaba en medio de sus rodillas, acerqué mi mano y acaricié su piel, sólo el calor que le sale de los párpados me excita sobremanera. Me mira sin girar el cuello, me mira de reojo, me mira con tal anhelo que empieza a molestarme el pantalón; me encanta el coqueteo de sus pupilas entre mis piernas. Siempre mira allí, con esa cara de actriz porno que le sale entre las orejas queriendo comerme entero. Y luego me lo susurra, lo dice bajito: quiero comerte, y bien sabe la vida que yo me colgaría en ese mismo momento con una soga al cuello para morir así, metido en su boca. Juega conmigo, sabe cómo jugar conmigo, cuando más pegajoso me estoy poniendo, cuando más prisas me entran, ella más frena. Y se ofrece como la única golosina a la que aspiras cuando más ganas de azúcar tienes; frena y para. Y cuando en la mente tenías su clítoris en la lengua, su collar a modo de columpio golpeando en tu pecho y el mismísimo fuego entre las piernas, ella frena. Frena y te cuenta que cuando volvamos hay que pintar la habitación y cambiar las cortinas y… y encargar un nuevo colchón. Y vuelve a hacerlo, me voy a mi sitio de copiloto en celo y vuelve a mirarme de refilón diciendo con esa voz en silencio: Eh… colchón, te voy a destrozar en el colchón. Y vuelvo a imaginármela desnuda cabalgándome, vuelvo a arrinconarla contra la pared y vuelvo a imaginar que me deja reventarla en el lavabo de la próxima gasolinera. 

viernes, 28 de octubre de 2011

Relato nº5 (1) Nebroa


Esposas, soga, saliva, anhelo, clítoris,
 chocolate, sábado, caderas, habitación, tortura,
 calor, rojo, cristal, falso, pegajoso, 
columpio, fuego, inconsciencia, golosina, coqueteo.


Haremos de esta habitación un hogar con vistas a nuestro destino.
Pintaré de rojo el cristal que nos une al mundo, le daré calor a tus caderas, prenderé el fuego infinito en tu saliva con mi propia lengua.
Con esposas entre los dedos ataré mi cumbre a tu boca.
Llevas una soga en la mirada, son las cuerdas de este columpio en el que subiste al falso impostor que vivía por mí en otras vidas.
Ahora soy el coqueteo que deambula en tus dientes con la tortura de mordiscos en vena.
Tienes un sábado noche pegado a los pezones.
Para emborracharme de tu clítoris como si fuese chocolate caliente en la cueva derribo el mundo y los alrededores.
Eres canela y vainilla, y golosina y fresa, y almíbar pegajoso en mi lengua.
Quiero follarte, deseo consumirte, anhelo derribarte con los ojos abiertos y la inconsciencia derrapando por tus piernas.
Soy volcán, soy huracán, soy el amo del mundo si me dejas morir entre tus venas.


domingo, 23 de octubre de 2011

Relato nº5 Maeve: Truco o Trato

Esposas, soga, saliva, anhelo, clítoris,
 chocolate, sábado, caderas, habitación, tortura,
 calor, rojo, cristal, falso, pegajoso, 
columpio, fuego, inconsciencia, golosina, coqueteo.


Esta semana nos comprometimos a que el relato fuera pornográfico y que tratara el sexo oral. La definición de pornografía es subjetiva. La violencia es lo más pornográfico que me puedo imaginar, pero esa es otra historia. El sexo oral no, mira, eso es sexo lo mires como lo mires. 








La Novia Cadáver llego al depósito a última hora de la madrugada del lunes. Una hora en la que no hay mucho tráfico;  a la gente la gusta morirse el domingo con las primeras luces del alba o después de las fiestas de navidad. Aguantan  todo el Sábado, los santos y cumpleaños, las vacaciones y las fiestas de guardar y sólo entonces, como si fuera el premio a una carrera absurda reservada para tontos,   dan un pequeño suspiro y se pegan un tiro, o dejan que el cáncer gane la partida, o el sufrimiento infinito del alma a oscuras, o que les pille un coche al cruzar un semáforo cuando el devenir del día a día por fin se ha normalizado y las calles ya no están llenas de borrachos y  tarados. Porque hasta la gente con menos sentido de la ironía y del humor  tiende a hacer un guiño a esta vida tan puta antes de hacer su última reverencia.

A Pelo Rojo le quedó claro en seguida que la falta de sentido del humor y de la ironía no iba a ser un problema con  la Novia Cadáver. Al abrir la cremallera de la bolsa negra, la habitación se lleno de un profundo olor a rosas rosas, tan denso y asfixiante que a  Pelo Rojo y Barbilla Asustadiza, acostumbrados a desayunar entre frascos de muestras y de éter,  se les revolvió la bilis hasta el punto de necesitar salir unos minutos. Meses después, cuando el recuerdo de todo aquello iba siendo menos vívido, Barbilla Asustadiza aún creería percibir ese olor intenso a naturaleza palpitante y muerta cuando metiera la cabeza en su propio armario al vestirse cada día. Pelo Rojo pudo con ello. Barbilla Asustadiza no, y fue así como el ayudante pelirrojo se quedó a la luz del alba, que atravesaba el cristal esmerilado de la única ventana, allí   sólo, preparando el cuerpo para la primera autopsia del día; lo que demuestra que todo no es más que casualidad, casualidad e ironía, y el destino se columpia ante nosotros y se ríe de nosotros y juega a los dados con nuestra vida. 

El procedimiento por lo demás era sencillo, descubrir el cadáver, cortar cuidadosamente sus ropas y embolsarlas en los sacos de pruebas, retirar los restos que pudiera haber bajo las uñas, guardar y etiquetar sus joyas y objetos personales, lavar el cuerpo, sacar el instrumental del autoclave y esperar. Pero la Novia Cadáver también iba a ser diferente en eso. Su cuerpo blanco y lívido sólo estaba adornado por unas esposas con pinchos metálicos, una soga gruesa de seda color chocolate rodeaba flojamente su cuello largo y delgado y una corona de rosas delicadamente rosas al rededor de su frente que ceñía su melena negra y brillante hasta la altura de las corvas. Era de una belleza deslumbrante, una especie de imagen espectral salida de un cuento de Poe, con sus pestañas largas y espesas rodeando unas enormes pupilas sin color ahora bajo la esquerótica muerta y sus pezones cóncavos y blandos como fresas. El extraño olor de su corona de novia lo invadía todo y Pelo Rojo se empezó a afanar por terminar rápido una labor que había repetido mil veces sobre los cuerpos de los muertos de parientes, de sobrinos, de padres y hermanos, de cuñados y de hijos que, hasta ese día, nunca había querido poner nombre ni mirar fijamente, protegido por la inconsciencia con la que cubre la ciencia a los que manejan la vida más allá de la muerte.

No tenía nada escondido bajo sus uñas, ni señal alguna de lucha en su piel perfecta...demasiado perfecta,  siquiera un rasguño bajo la soga en su cuello. Si había muerto siendo torturada, había sido una tortura más dulce que la que pueda llevar a un ser humano habitual hasta la muerte Al girarla, Pelo Rojo no encontró ni tan siquiera la señal púrpura de la lividez bajo sus caderas. Una muerta que se negaba a aparecer suficientemente muerta. Una muerta magnética y hermosa, con una hermosura algo terrible -al fin y al cabo estaba muerta- y que olía a flores raras. La habitación ya apestaba  a ese tufo extraño y mareante, su propia bata, su propio pelo, Pelo Rojo era consciente de ello, invadido por las flores de otro mundo. Se separó de la mesa de autopsias un momento, para recuperar el aliento, ponerse serio y responsable, dejar de pensar tonterías y dejar de pensar siquiera. Entonces fue cuando vio, entre los labios perfectamente afeitados de su pubis, asomabar una piedra brillante. Los separó con cuidado, con los dedos enguantados, para descubrir un piercing adornado con un brillante falso que atravesaba su clítoris. Su clítoris aún sonrosado, pegajoso y dulce como una golosina. Lo acarició con un dedo y notó que desprendía calor. En su mente, a penas fue un coqueteo con la idea de lamerlo y nunca ya pudo saber si había sido el olor que consiguió emborracharle  con un trago de absenta, cuando la idea se convirtió en anhelo y el anhelo se convirtió en fuego y su lengua ya estaba envolviendo en saliva el piercing brillante de acero, el mecanismo hidraúlico de la puerta del deposito soltó un bufido para dejar paso al forense, la Novia Cadáver se incorporó de golpe de su sueño y el corazón de Pelo Rojo dio el último latido de su vida, antes de enviar toda la sangre de su cuerpo hasta su miembro y dejar de latir para siempre, sin que le diera siquiera tiempo a entender que se moría. 

domingo, 16 de octubre de 2011

Relato nº4 Maeve: Oler las rosas



Carlos: Pena, negra, gormiti, caléndula, Londres - Tema: Vive y deja morir.
mi: Chocolate, aspirado, césped, nube - Tema: Insatisfacción laboral.
Fran: Cedo, noche, Sábado, guay, tortura - Tema: Ropero a medianoche.
Carlos: Doscientos doce, prímula, recluta, quintesencia, - Tema:  Luz.

Chocolate tenía todas las de ganar siempre, porque en ese juego, el mismo al que jugaban todos los Sábados noche, tener las patas blandas rellenas de alpiste, ser suave y blando tal que Platero, era un valor añadido. Caléndula, con sus articulaciones duras, en cambio siempre perdía.
- Es una injusticia- rezongaba Recluta, como hacía cada Sábado noche desde que el tiempo era tiempo  y ellos existían. Luego, soltaba una larga peyorata, una retahíla que se iba extinguiendo lentamente entre dientes de felpa y golpes suaves de puño cerrado contra su propia rodilla rellena; la quintaesencia del militar injusta y prematuramente retirado -según él, ¡claro!- pues qué son unos remiendos en las axilas y unos hilos colgando cuando uno guarda buenos recuerdos ( y 212 piezas de artillería escondidas bajo las piezas del Tente dentro del armario). Gormiti, en cambio, podría estar o no de acuerdo, ya que siempre comenzaba la noche entre saltos y gruñidos y otros ruidos aspirados que ninguno entre ellos comprendía, pero todos le querían y reían pues así es como evitaban que volviera el Mal de Londres; la pena negra que tiempo atrás había caído sobre ellos y se había llevado a Piedra, a Origami, a Salero, a Rojo, a Peladilla; a base de sentirse inútiles y desgraciados en un puesto de trabajo que ya no era puesto ni era trabajo y que ya a nadie servía. A estas Chocolate ya había pasado una garra suave a través de la puerta entreabierta y estaba empujando el alpiste que rellena su oronda tripa hacia el exterior a través de sus caderas. Mientras Caléndula le sostenía las largas orejas, las quejas incomprensibles de Recluta se iban haciendo cada vez más incomprensibles y menos quejas y Gormiti jaleaba expectante el paso de los cuartos traseros de peluche por la puerta. Aún quedaba los más difícil: La cabeza, ¡flop!, los ojos duros y brillantes consiguieron pasar hacia fuera.


Chocolate pega tres saltos por la habitación  seguido al rato por Recluta,  que se ha dejado unos pocos hilos más en el camino, y de Gormiti, que gorgogea la clasificación de la carrera sin que nadie lo entienda y lo sepa. El conejo recoloca el alpiste de su culo y se sienta en el alfeizar de la ventana y juntos los tres miran a través del cristal de la ventana hacia fuera.
- ¿Qué se ve?- pregunta expectante Caléndula- ¿ Qué se ve?- pregunta hoy como todas las noches de juego. 
La luz prímula del alba ha comenzado a iluminar la escena, y Chocolate, Recluta y Gormiti ven una señal de ceda el paso blanca y roja. El césped, aún grisáceo, entre la penumbra del jardín, y el primer rayo de sol que parte en dos una nube muy blanca allí arriba en el cielo. 
Se lo cuentan, como hacen siempre.- Guay- susurra Caléndula para si misma, y sonríe como si fuera la primera vez que oye todo aquello. Y es feliz, porque, para el que está encerrado para siempre, lo que a los demás nos puede parecer una tortura bien puede ser un juego divertido. Algo de lo que bien se puede hacer  una razón para vivir. Quién somos los demás para decir nada a partir de aquí.



miércoles, 12 de octubre de 2011

Relato nº 4 Nebroa (previo): Mañana ya no quedará memoria


Carlos: doscientos doce, prímula, recluta, calificación, quintaesencia_ tema: luz
mi: Chocolate, rojo, aspirador, césped, nube. Temática: Insatisfacción laboral.
Fran: Cedo, noche, sábado, guay, tortura; Tema: ropero a media noche
Carlos: Pena, negra, gormiti, caléndula, Londres. Tema: Vive y deja vivir


Este es el sábado doscientos doce, y prometo que será el último. Exagero, pero quién no lo hace cuando decide tomar una decisión, nos va la vida en ello, como si de recluta pasásemos a la calificación sargento en primera línea de guerra. Uno se cree eso cuando avanza, cuando decide cambiar. Te pasas la vida haciendo el idiota por la noche, el imbécil durante el día, el tonto por las tardes y una madrugada, de repente, cuando te levantas de la cama y enciendes la luz del pasillo para ir al baño esa luz no es luz, es el sol entero. Exageradamente deslumbrado entornas los ojos bajo la tortura de creer que vas a quedarte ciego y con el espejo de marco rojo que colgaste en la pared cuando te fuiste a vivir solo, alguien flotando sobre una nube de esparto, se sonríe de medio lado gritando: ¿Acaso te crees alguien? Y agachas la barbilla y sigues dirección al lavabo sumergido en la quintaesencia de la sabiduría, repitiéndote que se acabó lo de tumbarte solo en el sofá y beber hasta emborracharte, que se acabó echar horas extra en el guardarropas de la peor discoteca de rubias con pelo en el pecho, que se acabó morirte de pena porque lo único satisfactorio de tu trabajo de ocho a tres sea el chocolate que te fumas en el descanso, que se acabó ser el tito guay de la familia porque le compras a tu sobrino toda esa mierda de colección gormitis-somos los señores de la naturaleza- en vez de llevarlo a pasear a la cima del Kilimanjaro. O a la vuelta de la esquina. Vuelves a la cama arrastrando sombras sabiendo que este domingo será un nuevo domingo, te levantarás, desayunarás, pasarás el aspirador por la tapicería del bmw de segunda mano, cortarás el césped y plantarás las semillas de prímulas y caléndulas varias que te trajo tu tía de su eterno viaje a China. Mañana.
Todo sucede mañana porque ahora cedo mi cuerpo al descanso.
Y respiras sabiendo que en el fondo de las sábanas, al lado de tu espalda hay una mentira tan grande como el universo. Pero ahora es tarde, ahora sólo han pasado tres horas desde que te emborrachaste y lo de pensar da más dolor de cabeza que calzarse la botella de ron.

Soñó con Londres y al despertar no se dio cuenta de que la mancha negra de su almohada era del mismo color que su pena.


domingo, 9 de octubre de 2011

Relato nº3 Maeve: El último trago


Palabras: Gintonic, fresa, chino, chata, estampa
Temática: desamor a dos bandas

ÉL-

Le sirve cada noche el mejor gintonic que sus brazos puedan mezclar, sin mediar palabra. Después, se acoda en el otro  extremo de la barra y saca la balleta para frotar lo que no se puede limpiar más. De reojo mira cada día su boquita repintada de color de fresa y su naricita chata desaparecer dentro de la copa, una y otra vez. Mientras se recuerda que puede ser de cualquiera.

ELLA-

Deja pasar las noches, acodada en la barra del bar, esperando que llegue algo mejor. Desde su rincón, cada día, le mira y comprueba como aún conserva su estampa y sus ojos dulces de chino. Mientras se recuerda que merece mucho más. 


Siguen durmiendo solos. 

sábado, 8 de octubre de 2011

Relato nº 3 Nebroa: Cuando comprábamos el amor

Palabras: Gintonic, fresa, chino, chata, estampa
Temática: desamor a dos bandas


La boca le huele a fresa rancia después del gin tonic, la boca le huele a maría después de comérmela, la boca siempre le huele a algo que no ha probado.
Recuerdo sus jodidos sueños, sus anhelos provocando a este banquero de tres al cuarto que ahora visita colas del paro tan largas como la que llevo colgando. Soez y chabacano, así me he quedado. El otro día la llamé chata antes de irnos a la cama, joder. Quién iba a decirnos que perder el trabajo iba a ser parecido a perdernos ambos, pero eso sí, juntos y buscándonos. Planeando, surfeando, como si lo nuestro fuera el suelo y nos pasásemos la vida subidos en un parapente en un lugar donde hace ya tiempo que ninguno pone el aire.
Tampoco somos tan distintos ni tampoco vamos a llegar a serlo. Antes sí, ella ponía el amor y yo me la tiraba en los áticos de los hoteles de Nueva York. Antes todas las ciudades eran Nueva York.
Ahora nos odiamos todos los lunes de madrugada cuando a toneladas se nos estampa en la cara el resto de la semana. Los viernes es distinto, un poco, la llevo a cenar al chino ahora que somos tan eternamente pobres y entretenemos el sábado y el domingo visitando a futuros ex amigos con más suerte que la nuestra.
Cuando la conocí era rica, guapa y tan lista como el que sale en mi carnet. Ahora que yo también soy un nadie con título nobiliario juro que nos parecemos hasta en la sopa. Será porque es lo único que tenemos para comer.
Vivir podridos de dinero sí olía bien. Podridos! no me jodas, ahora sí que le huele a eso la boca.

viernes, 7 de octubre de 2011

Relato nº 2 Nebroa

1. Palabras: Cardamomo / Cilantro / Curcuma / Jengibre / Comino
Tema: India
YA NO HUELE A PASADO
Por si no lo sabían en la India el cardamomo, el cilantro, la curcuma, el jengibre y el comino no huelen a especias. En India, ahora que dejé libre a Alberto para casarse con todas aquellas a las que ya se tiraba, huelen a libertad. 


2. Palabras: Saltimbanqui / Sandunguero / sólo se sonríe sintiendo
ES MEJOR SER NORMAL
Los piropos en el circo de aquel pueblo eran raros. Tú nunca oirás en una ciudad llamar al saltimbanqui de turno 'sandunguero'. Allí la gente se lo decía. En serio. Y por eso no volvimos nunca a ese pueblo. No me gusta nada no tener respuestas para mi hijo. Él cree que soy su dios, él sonríe sabiéndolo. No puedo volver a permitir que dude de su padre porque yo no sepa lo que significan algunas palabras sintiendo que no tiene dónde aferrarse. Ahora sólo lo llevo al fútbol y todos los domingos, como de costumbre, vuelvo a ser el dios en el que cree. 


3. Palabras: Reunión / Bruselas / Aeropuerto / Sueño / Tom Waits
NO TE CONTARÉ LA VERDAD SI LA VERDAD NO SE PUEDE CONTAR
Le pondremos el punto final a nuestro sueño en el aeropuerto de Bruselas. Reunión en la puerta de embarque. En el mismo sitio donde empezó todo. Le sonaba Tom Waits en el ipod y me enamoré. Yo sólo me enamoro de la música que oyen las mujeres, no de ellas. Ellas no saben cantar, ellas no saben nada de melodías fúnebres. Marta nunca sabrá que la utilicé para dejar de escuchar el atronador sonido del cáncer que me come el aliento. Es mejor así, hacerla feliz sin que tenga ni idea de la realidad. Saber que voy a morir en seis meses no le hace bien a nadie, creánme. 

4. Palabras: Realeza / Hierbas / Ladillas / Drogas / Siesta
EL PRÍNCIPE ENTRE REJAS
Se mal despertó de la siesta después del festín de hierbas y otras drogas. Pensó en su padre, en su patria y en la madre que parió al rey, su abuela. Pertenecer a la realeza en estas condiciones es como tener ladillas en las cejas, pensó. 


5. Palabras: Calabobos / Pisada / Tráfico / Napoleón / Desprecio
Tema: Jungleland
MIRANDO MAL
Tengo a Springsteen cantándome Jungleland en el pecho. Me odio y me desprecio cuando tengo que ponerme la mano en el esternón de tanto que me duele el tráfico de música en las células del pulmón. Hay huellas de generales, hay un millón de sargentos, hay cuatrocientos alferez y algún que otro Napoleón con todo su ejército lloviéndome munición en forma de pisada en el alma. Es una puta llovizna incesante, un chiribiri espeluznante, nunca cobró más sentido lo del calabobos. Me están goteando a la vez todas las cicatrices, ¿por qué mis recuerdos siempre tienen que ser tan dolorosos?

Relato nº2 Maeve: Creo que ya he escuchado todas las canciones del mundo


Las palabras y temáticas de este relato, peticiones en nuestra página de Facebook:
1/saltimbanqui sandunguero sólo se sonrie sintiendo.
2/Realeza hiervas ladillas drogas y siesta
3/cardamomo, cilantro, curcuma, jengibre, comino - Tema: india
4/Reunión, Bruselas, aeropuerto, sueño, Tom Waits
5/ calabobos, pisada, tráfico, Napoleón, desprecio - Tema: jungleland.

















Cuando tenía 15 años  le desvirgó Juliana, la del  sexto, que por aquel entonces bien debía rondar ya la cuarentena .Hoy en día la habrían metido en la cárcel y habría salido su  historia en todos los periódicos, pero entonces le resultó  natural que un día, en la cocina, le agarrara fuerte por la nuca y le hundiera la cara en ese balcón de carne florida que llevaba por escote mientras le repetía con voz ronca el "Ramirito, hijo, me pones muy mala" que le había dicho desde que  era niño y allí mismo en la cocina -donde Juliana ayudaba a su abuela y él trasteaba aburrido, donde  se cocían  a fuego lento en pucheros altos patatas viudas y vecinas solteras- se le abriera de piernas y le comiera la vida por la polla. Que mejor sitio para cocer secretos  y que mejor suelo para mezclar fluidos. Y devorar niños. Cuando salió a la calle justo después, intentando que la punta del capullo en carne viva no le rozara contra el pantalón de pana, los calzoncillos perdidos para siempre en el guiso de su infancia, caminó  por las aceras asombrado de que el mundo pareciera tan normal, y la gente pareciera tan normal y que el autobús siguiera parando en la parada como si nada; y se preguntó si todo el mundo sabría hacer eso, y si lo hacían. Y por qué no se oían fanfarrias y la calle se convertía de repente en un número musical, lleno de magia, en el que los transeúntes cantaran con él la  la nueva buena. En sus auriculares sonaba Bruce Springsteen tocando Jungleland. El futuro era grande y era hermoso ante sus pies, el santinbanqui desvirgado y asombrado, con su caminar dolorido y sandunguero, sintiendo que TODO EL UNIVERSO estará, sin duda alguna, lleno de canciones como aquella, de descubrimientos nuevos.


Pensó que La India olería a cardamomo, a cilantro, cúrcuma y comino.. Que el pelo de las mujeres sería suave como el terciopelo negro y los niños le recibirían con las manos extendidas. Y La India le recibió con la peste de los slums y el olor a plástico siempre humeante entre arroyos de detritus en las calles. Sentía las manos de los niños colarse en sus bolsillos hasta el fondo y el único cabello que se le permitió tocar fue el  de los hijras desterrados en sus guetos. Nada de lo que pudo hacer fue nunca suficiente, nada de lo que hizo le sirvió a él mismo para nada. Los hombres vendiendo comida que cocinaban en las mismas aceras en las que vivían, el mismo curry que su estómago no toleraba. Una noche, entre el calor y el estruendo de la ciudad que nunca  calla, oyó a lo lejos la voz de Springsteen ahuyando a Jungleland desde un radio cassette viejo. Se marchó a Goa, con el sonido de esa canción metido entre las orejas como si fuera una plegaria -o una maldición-, y caminó por la playa siguiendo sus propias pisadas, haciendo la siesta donde le entraba sueño, viviendo un eterno verano de drogas y  yembes hasta que se encontró ladillas en las rastas. Creyó que ya había escuchado todas las canciones del mundo y que nada significaría nunca más nada. 


El Zaventem está rebosante de tráfico y por los grandes ventanales del aeropuerto se ve caer un calabobos suave y triste desde el cielo gris plomizo de Bruselas hasta  un rectángulo pelado de hierbas amarillas.. Sentado esperando su vuelo, con su traje gris y su corbata a cuadros, ve la vida pasar mientras piensa en una canción de Tom Waits. El mundo se cree muy importante, el mundo no espera a nadie, nunca para. No tiene nada que decirle. Un ejecutivo, un miembro de la realeza del nuevo imperio, está gesticulando a su teléfono móvil, un pequeño Napoleón que no llegará a tiempo a su reunión, ahogado de indignación y de desprecio. Le mira sin emociones, mientras se come un caramelo de jengibre contra el mareo. Desde megafonía se escucha  una voz saltarina cantar los vuelos, que se mezcla con la música de la tienda de regalos, canciones de moda del ayer y del hoy, canciones del pasado, canciones del mañana.. Antes o después sonará, claro, Jungleland. El Ramirito niño de 15 años, escondido dentro de su traje gris de Ermenegildo Zegna, lo sabe. Lo sabe y se sonríe. Sólo lo espera.